martes, 28 de diciembre de 2010

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Por un lado, lo percibimos como una realidad instantánea, huidiza y fugaz, como algo que se nos escapa y da a nuestra vida un sentido inestable y efímero. De ahí que intentemos aferrarnos al momento presente, como si quisiéramos asir el tiempo, porque somos conscientes de la brevedad de nuestra vida y necesitamos vivirla intensamente, porque el tiempo pasa y mañana, quizás, sea tarde. Pero, por otro lado, experimentamos como un rechazo hacia esa fugacidad del tiempo y tendemos a dilatarlo en el pasado y a proyectarlo en el futuro, instalándonos en una especie de eternidad como si nuestra vida nunca fuera a tener fin.


EL TIEMPO DESDE UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA

Francisco Titos Lomas

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En ausencia de relojes exactos, la vida obedecía a los dictados de lo que los sociólogos denominan el tiempo natural. La gente hacía las cosas cuando le apetecía, no cuando se lo dictaba un reloj de pulsera. Comían cuando tenían hambre y dormían cuando se amodorraban. Marcar las horas, dividir el día en porciones hace que queramos aprovechar cada uno de los segundos haciendo cada vez más cosas y a mayor velocidad. Somos presos de "la enfermedad del tiempo".